lunes, 21 de noviembre de 2011

Entrega y reflexión final



Atravesé todo el proceso, de comienzo a fin, bailando una infinidad de preguntas que florecieron ininterrumpidamente, e intentando llevar todas esas dudas al campo proyectual. Rescato esto como algo fundamentalmente iluminador y positivo. Aparecieron o tomaron más cuerpo algunos gérmenes de ideas y deseos a seguir desarrollando a futuro, y el proceso enriqueció intensamente algunas búsquedas personales. En ese sentido puedo decir que el trabajo deja un balance más que positivo.
Fue un proceso difícil, dado que no fue encarado de la manera más tradicional u organizada. Gran problema, tratándose de dos personas con ninguna formación previa en lo audiovisual (¡primera materia práctica que cursamos los dos dentro de esta carrera!). Toda una apuesta que, sin dudas, trae sus riquezas.
El camino (lo voy a exponer en 1era persona para hacerme cargo de mi propio proceso y mis propios errores, y para no atar a Majo a algo con lo que pueda no sentirse identificada): Pensé mucho -desde mis posibilidades y experiencias- en qué construir/contar, en cómo diseñar el plan que mejor nos conduzca en esa vía, elaboré unas cuantas ideas e intenciones previas, y me encargué de poner en palabras una serie de deseos creativos que me quemaban vivo. Salimos así al campo a registrar. Por un lado fuimos atendiendo a lo que aparecía frente a los ojos con el filtro del deseo y el interés espontáneo, y por otro lado realizamos pruebas de planos anteriormente planificados. Durante las 4 jornadas que pasamos en el lugar, en 3 viajes distintos, mi forma de trabajar fue esa: tomas libres y mucha exploración formal despreocupada + intentos de cosas pre pensadas o filmadas desde la intención de ir construyendo ese relato que íbamos imaginando.
Intentamos sucesivas veces desarrollar una especie de guión concreto de acciones o momentos, que nunca llegamos a filmar concretamente del todo (en parte por falta de disciplina; por estar aprendiendo en este momento lo procedimental; por un interés muy disperso, abarcativo, volatil y espontáneo).
Cada viaje, cada semana, me encontró con intenciones distintas, con ideas nuevas, y ese relato sobre el cual trabajar y que se supone debería organizar la investigación, se fue modificando muchísimas veces, sin encontrar anclajes formales (creo que somos los dos muy indecisos, y yo a su vez un apasionado por abrir-abrir-abrir evitando ceñirme a una forma final, toda una dificultad creativa que observo y trabajo también en otras áreas).
Simultáneamente, confiábamos o confié en que este recabar material casi instintivamente iba a resultar en una fuente interesante para una posterior construcción del relato desde el montaje.
Así se estableció una relación dialéctica entre Forma y Contenido, entre intención y concreción, entre la pieza en potencia y el producto en acto que iba realizándose en algunas de sus infinitas posibilidades. Relación que, según lo veo ahora, se dilató mucho o bien necesitó de más tiempo de maduración para llegar a un mejor puerto.
En fin, esto resultó, al cabo de unas cuantas semanas, en un cúmulo de material muy grande y heterogéneo, con algunos elementos de lo ya pensado y con muchas puntas nuevas, mas con la intención de "hablar" de un montón de cosas, de semantizar un montón de imágenes, pero con mucha dificultad en poder realizarlo y en sinergizar los esfuerzos con mi compañera en algo que nos convenza a los dos (acá aparecieron las distintas búsquedas estéticas y hasta procedimentales, mientras manteníamos una horizontalidad de decisiones... difícil).
El problema de aquí en más creo que fue el poco tiempo que pudimos disponer para esta etapa de montaje final, resultando así en una selección un poco torpe de las imágenes (y realmente poco representativa de la totalidad del proceso), más un manejo bastante rudimentario del montaje, de la temporalidad, de los ritmos, de lo sonoro, y de lo narrativo, agravado por la imposibilidad de estar en la facu en los horarios de cursada en la instancia de correcciones, que siempre son enriquecedoras y esclarecedoras. Eso hubiese hecho la diferencia, pero bueno, las posibilidades reales que tuve en estos últimos meses dictaron eso, más allá de la intención y el compromiso que sí existieron. Al mismo tiempo, la decisión de trabajar el montaje a 4 manos, separando la pieza en dos (1: retrato Majo, editado por Majo & 2: retrato Nacho en danza, editado primero por Majo, finalmente por Nacho), resultó en una pieza un poco endeble y escindida. Para mi gusto: con poca ligazón, débil coherencia estética, sin unidad y poca construcción sonora, y pobre desarrollo total. Se expresa claramente para mi un tironeo entre dos intencionalidades estéticas un poco diferentes, pero es natural que así suceda dado la forma en que trabajamos en esta instancia final donde los tiempos nos corrían. En este punto, creo que la determinación de un director o de un jefe de montaje, hubiese ayudado mucho para unificar la totalidad de la pieza, pero sobre todo, lo que nos faltó fue más tiempo de desarrollo en esta etapa.
Más allá del producto, considero que ambos trabajamos mucho -tanto en la práctica de todos los roles, como en el esfuerzo mental y consciente de llevar adelante y madurar este proceso proyectual-, que el intercambio fue feliz y enriquecedor para ambos, y que más allá del producto podemos sentirnos contentos con lo atravesado. Tenemos la tranquilidad de decidir pensar que esto es una instancia de un gran y complejo proceso, sin congelar. Hay riqueza en el devenir de las formas, en el tránsito, en el intercambio, en cambiar o mantener el rumbo, en observarse en la práctica, en confiar en la acción, en soltar el control, en la transformación.


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